Felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rallas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd ,éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenium... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que el pequeño paso de Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, las malas experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágenos de los labios de Pamela Anderson, mejor que los excesos de Morrinson... Mejor que la libertad... Mejor que la vida.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Vivimos felices momentos, pero no hicimos nada para guardarlos y conservarlos cuando éstos escaseen. Sonreímos, pero no dibujamos sonrisas en papel para tenerlas siempre presentes. Lloramos, pero no secamos por completo esas lágrimas para que no volvieran a aparecer. Caminamos, pero no dejamos señales en nuestro camino para no perdernos cuando quisiésemos volver. Y ese fue nuestro problema, que queríamos volver, los dos juntos. Pero sin saber muy bien cómo, acabamos siguiendo cada uno nuestro camino, separados y volviendo de vez en cuando atrás. Porque aún estando solos, seguimos cometiendo los mismos errores que cuando estábamos juntos.

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