Felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rallas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd ,éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenium... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que el pequeño paso de Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, las malas experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágenos de los labios de Pamela Anderson, mejor que los excesos de Morrinson... Mejor que la libertad... Mejor que la vida.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Que nos vean caminar por el alambre 13.

Como dos niños pequeños que se divierten soñando, jugando. Sin dolor. Sin miedo. Sin preocupaciones. Sin problemas. Imaginación y diversión como lema. Y así, sin mayor reparo, se persiguen, arriesgan sin ver riesgos. Bendita ignorancia. Son felices. Él le toma la mano y ella se abandona, sin reprimiendas. Se deja llevar. Disfruta. Vive.  


Ojalá fuéramos como esos niños ingenuos. Daría lo que fuera por pensar como ellos, por ver la vida con esos ojos exentos de experiencia pero llenos de ilusión. Deberíamos actuar así, con inocencia y por diversión. Viviendo cada momento sin pensar en un mañana. Caminar acompañado de esa persona que te alegra el día con una mirada. Conformarnos con un pilla pilla y obtener como recompensa una carcajada sincera. Porque al fin y al cabo, la vida es un juego.

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