Felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rallas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd ,éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenium... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que el pequeño paso de Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, las malas experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágenos de los labios de Pamela Anderson, mejor que los excesos de Morrinson... Mejor que la libertad... Mejor que la vida.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Mañana es fiesta y al otro también.

Llega la Navidad, un tiempo de amor, tranquilidad y buenos deseos. Y con ella llegan los polvorones, el turrón, las uvas, las cenas familiares, el discurso del rey, los propósitos que nunca se cumplen, el árbol de navidad, las botas llenas de caramelos, los villancicos, los gorritos de Papá Noel, los vídeos caseros, la caridad y otro montón de cosas que se me pasan por alto. Es una tregua de paz en la guerra. Un momento en la que la tensión se relaja y la gente se guarda su mal humor en su casa, debajo de la cama, donde nadie pueda verlo. Un tiempo para disfrutar y reír, para no derramar lágrimas y para no dejar de sonreír, para ignorar los insultos y las palabras crueles que unos pocos dicen sin razón y para evitar los malos pensamientos que siempre intentan colarse en nuestra cabeza.

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