No va a volver a sonreírte de esa forma tan
suya, ni a preguntarte cómo te van los estudios. Ni va a pedirte que le ayudes
a subir las escaleras.Ya no irás más a su casa y lo encontrarás sentado en su
sillón de siempre, viendo cualquier programa en la televisión. Ya no te llamará
para que le ayudes a encender el fuego y sentaros los dos en frente de este a
contar historias. Se fue.
Se fue sin que pudiera decirle lo mucho que le quería. Se fue sin que pudiera
darle las gracias. Se fue sin que pudiera decirle el último adiós. Y ahora, gordito, ¿Quién me dará masajitos en los pies otra vez?
Ojalá pudieras darme un abrazo
fuerte. Porque lo necesito, de veras que sí.
Y puede que no te vuelva a ver, pero siempre te llevaré conmigo. Porque te
fuiste, pero no de mí.
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