Felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rallas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd ,éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenium... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que el pequeño paso de Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, las malas experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágenos de los labios de Pamela Anderson, mejor que los excesos de Morrinson... Mejor que la libertad... Mejor que la vida.

martes, 20 de septiembre de 2011

M.

Un día cuando era muy pequeña, mi madre me contó una de esas historias de princesas, de esas con vestidos rosas, ojos azules y sobretodo delgadas. A partir de aquel día siempre quise parecer una, me compraba vestiditos rosas y imaginaba como serian mis ojos azules cada vez que me miraba en el espejo. Pero a día de hoy, he descubierto que las princesas no son como las cuentas las historias. Al menos para mi, no necesitan tener los ojos azules, ni llevar vestidos rosas, ni siquiera necesitan estar tan delgadas. Para mi una princesa, es aquella chica valiente de pantalones rotos y falda arrugada, aquella que lucha hasta el final por todo lo quiere. Que es fuerte y feliz. Para mi, una princesa es aquella que mira por encima del hombro a la vida y la trata de tú. Aquella que lucha por su vida, por tener lo que tanto ha deseado.
Y sobretodo una princesa, es completamente dependiente y sabe sacarse las castañas de fuego sin ningún príncipe azul que la salve.



Cada vez tengo más claro que soy un ser humano en toda regla, que tropiezo una, dos, tres y hasta cien veces con la misma maldita piedra. Visto lo visto, creo que ya no tiene remedio, ya voy teniendo claro que seguiré y seguiré tropezando., pero también tengo claro que me levantaré con más y más fuerza cada vez. Quizás mi error sea que marco metas demasiado fuera de mi alcanze. Quizás lo que debería hacer es ponerme una vendo en los ojos y empezar a correr, correr todo lo rápido que pueda, sin temer al cansancio, sin temer a caer, correr hasta que la meta aparezca en mi camino. Cuando aparezca frenaré, me sacaré la venda y empezaré a vivir eso que todo el mundo espera.

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